sábado, 18 de octubre de 2008

El carro de Joja

Dos cuadras más faltan, pensaba, ojala esté alguien, me llega al pincho caminar tanto por tres soles cincuenta, yo el gran José Javier López Román caminando y caminando, con la espalda mojadita, la cara llena de sudor, mi calzoncillo, ni pensar, por tres soles cincuenta.
Es que José Javier tiene su carro, se prestó plata de donde sea y ahora esta endeudado hasta el cuello, lindo es su carro, pero es muy tragón, nunca lo ha llenando ni a la mitad del tanque, pero a el le gusta y lo tiene en su casa. Le da cólera no poder conducirlo ni pasear como él desea, ir a los lugares a donde quería ir cuando tuviese un carro, odia no tener un trabajo decente para poder pagar su deuda e ir a comer con su carro, tal vez no a Kintaro ni a Tanta como él quería, ahora se conforma con invitarle unos picarones a su novia al salir de la misa, por supuesto dentro del carro. Bonito es, color ladrillo bien brillante, es un carrazo, mucho carro para el .
En su casa para estacionado y él camina y camina sudando, haciendo encuestas, ganando tres soles cincuenta por cada una, él, él gran José Javier López Román, no puede disfrutar del aire acondicionado de su carro por el cual había aumentado poco más de 100 dólares y que ahora tanto necesitaba. Él camina con la espalda mojada, tocando la puerta, mentando la madre y pensando en esos tres soles cincuenta que inmediatamente pagará por ese carro tan lindo que esta en su casa, grandazo, americano, con un motorazo.
El gran José Javier López Román llega a su casa a las 11 de la noche, mira su carro, lo palmea con cariño, saca la manguera y lo lava muy bien, lo seca y lo mira con ternura, entra a su casa, va a su cuarto y cae muerto en su cama, debe descansar, mañana trabajara para ganar de nuevo tres soles cincuenta para pagar su carro tan lindo que no puede mover ni moverá de su garaje.

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