sábado, 18 de octubre de 2008

La penúltima reflexión

¿Qué es lo que piensa un atropellado? Sí, un atropellado, en el instante que se encuentra volando por los aires después de un tremendo choque que le da una combi rompiéndose el parabrisas y haciendo sacudir el zapatito en el espejo retrovisor.

A pesar de que la circunstancia ya es de por sí mala, hay mucho que un atropellado puede y tiene que pensar en el momento que se encuentra en el aire o bien cuando esta en medio de la pista, tratando de incorporarse nuevamente a su realidad, la cual es la de estar atropellado, ahí tendido hasta las huevas.
Busca con la mirada talvez a alguien conocido, una cara familiar que lo acoja, que le tienda una mano, y no encuentra más que decenas de ojos, de sapos que lo miran señalandolo, repitiendo que realmente esta recontra cagado, que su sangre sigue tiñendo la pista de rojo.

Él, a duras penas querrá reincorporarse, querrá pararse de un salto y hacerse el huevón respecto a todo lo que pasó, créanme, a nadie le gusta pasar tanta verguenza. Entonces se dará cuenta que no puede hacerlo, toma conciencia de su realidad de atropellado, de incapacitado.
El darse cuenta de esto le hace ver lo indefenso que esta ante tanto desconocido, y comienza a desconfiar, lo cual no es descabellado, querrá mandar a todos al cacho y esperar solo a la ambulancia, pero él sabe que no será así y esto le preocupa aún más.
Siente que tiene que ponerse de pie, defenderse de aquellas miradas acusadoras que le insisten que es un pobre huevón y atropellado, pero al querer levantarse nuevamente se da cuenta que le falta un zapato, entonces recuerda que en los noticieros y fotos de periódicos, cada vez que salía un atropellado, frío (muerto) o vivo siempre le faltaba un zapato, y esto le hacía presagiar lo peor.
¿Dónde estará mi zapato? se pregunta, y sus lágrimas a veces no son contenidas por los globulares, sigue mirando y no hay nadie, siguen los sapos señalandolo, mirándolo, haciendolo ver como un cojudo.
Nunca faltará un "acomedido" que vendrá a ayudarlo y hacerle la inteligente pregunta de "¿ Estás bien brother?", a lo que él en su condicion de moribundo no sabrá responder como es debido, con un puñete y un cachetadón, sino que balbuseará cualquier estupidez como "mi zapato" y seguirá tendido en el suelo. Poco le faltará para darse cuenta que no existen los acomedidos, y que en la vida nada es gratis, cuando a nuestro amigo le metan una bolsiqueada a diestra y siniestra, dejándolo peor que cuando estaba en la pista.

Pasado este trauma de ser robado aparte de ser atropellado, vendrá la toma de conciencia del mismo, pensando ahora en donde habrá llegado a caer su celular, "Dios mio que no lo llegue a encontrar mi mujer".

Entonces vemos al pobre hombre tendido en la pista, sin zapato, ni billetera, ni celular, golpeado y encima con un nuevo problema en la agenda que veremos resolverlo tal vez con su muerte, tal vez con el perdón de su mujer.

Pobre Julián, atropellado en la pista le robaron toditito su sueldo, su mujer le dejó porque se enteró que trampeaba y encima perdió su zapato, nuevecito, de marca.

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